FRUTA BONITA

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Está la sociedad moderna muy concienciada con el tema de la vida saludable y los alimentos naturales. Y, en mi opinión, muy engañada.

- Buenos días, señora, ¿que le pongo?

- Unos tomates.

- ¿Le pongo de estos? son de cosecha propia, recién traídos del campo.

- ¡Oh, no! ¡esos no! es que están retorcidos y son muy feos. Póngame de estos mejor, que tienen mejor pinta.

Sí, aquellos que decía la señora tenían mejor pinta. Eran todos del mismo tono de color, con la misma forma, simétricos, ¡brillaban!¡ Eran un orgasmo a la vista! Los que yo le ofrecí eran feos, asimétricos totalmente, con esa especie de cicatriz encostrada que suelen salirle a los de campo, pero olían...¡a tomate!

- Buenos dias, caballero, ¿Qué le pongo?

- Unas manzanas.

- Mire, estas me vienen de un pagés de Girona, y además que están riquísimas son muy baratas.

- Uff! es que me gustan más aquellas, que brillan más, y no sé, al estar tan baratas aquellas, no me fío.

Y yo me pregunto: ¿desde cuándo mamá naturaleza crea todos sus frutos perfecto en cuanto a apariencia? ¿Desde cuándo todas las manzanas y todos los tomates son iguales de redondos, iguales de brillantes, iguales de hermosos?¿Por qué nos preocupa tanto lo natural si luego no sabemos distinguirlo?

Llamémosle casualidad, pero aquéllos tomates y aquéllas manzanas que yo aconsejaba, que eran mas sanas que el ajo, las compraban la gente mayor. Gente de manos arrugadas; gente de campo; personas que se acercaban el fruto a la nariz y cerrando los ojos, inspiraban fuerte. Por un momento se habían visto en el huerto de su infancia.

Llamémosle casualidad, pero los partidarios de las frutas bonitas, eran bonitos también ellos. Sí, bonitos de ver. Que si ropa cara, que si andares de diva, que si gafas de sol en día nublado, que si coche de semi-lujo, etc...

Yo a veces pienso que la fruta y las personas tienen mucho que ver. Y es que, en muchas ocasiones, lo que te cautiva la vista te deja intacto el paladar... el paladar, y el olfato, y el tacto y, según cómo, hasta el sentimiento.

Está muy bien la modernidad, el avance de la tecnología, y todo eso, pero creo que hay algo de lo que nos estamos olvidando. Nos creemos todo lo que nos cuentan en la televisión y sobretodo estamos muy preocupados por la apariencia de las cosas. Para ser moderno has de ser bonito. Todo lo bueno es bello. Si no es de marca, no vale.

Los ídolos de hoy tienen abdominales y pechos grandes, viven en mansiones y se permiten chulerías y actitudes soberbias por ser quien son, y son quien son por guapos. Y lo peor no es eso, sino que nosotros se lo aplaudimos.

Hoy no podría existir un Ché Guevara, ni un Mahatma Gandhi, ni un Federico García Lorca, ni un Leónidas y ni un largo etcétera que si se les recuerda es por mucho más que por su aspecto físico.

Vayamos más poco a poco y miremos qué llevan dentro las cosas. Sintámoslas. Preguntemos al viejo, que de internet no sabe, pero si del tiempo.

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